viernes, 12 de junio de 2009

Nuestra vida Polaroid

“En el futuro todos serán famosos por 15 minutos.” Así profetizaba Andy Warhol la cultura de la sociedad posmoderna en los 60. Y el futuro llegó, y lo hizo acompañado de nuevas tecnologías y medios de comunicación.
Las maravillas del mundo globalizado.
Para volverse una especie de celebridad dentro de lo que podríamos determinar como círculo social lo único que se necesita es una conexión a internet. Sucede que nos volvemos objetos, productos de nosotros mismos. Como dijo en otra ocasión Warhol: “Un artista es alguien que produce cosas que la gente no necesita, pero que, por alguna razón, cree que sería una buena idea dárselas”. Del mismo modo funciona el mercado, ya no solo se rige por la dualidad entre oferta y demanda. Pero nada surge ajeno a la sociedad en la que se construye. Y si hoy los componentes de esa sociedad miran hacia adentro, en una introspectiva exteriorizada y se sitúan como objetos, signos de si mismos, cómo esperar que los medios de comunicación funcionen de diferente manera. Si una persona no hace mas que mirarse a si misma, en un espejo imaginario, es inevitable que los medios tomen la misma postura y nos sirvan de espejo. Las llamadas redes sociales acompañan y fomentan esta filosofía. Volviéndonos objeto de nosotros mismos, nos convertimos productos del medio que nos invita a relacionarnos, a compartir, a ser espectadores de nuestra propia vida.
Ir a la plaza, a un museo, de paseo por la ciudad, a un evento o simplemente el juntarse entre amigos, todo se relativiza en presencia de la cámara. No importa cuanto dure, sean horas o unos instantes... lo realmente importante es que después todos sepan que ocurrió. Como vivenciamos las cosas cambia, somos constantes productores de imágenes, fabricantes de realidades, de situaciones que sean o puedan ser “fotografiables”.
Todo se acumula en un infinito álbum que deja lo meramente familiar. Fotos de niños, de adolescentes, con la familia, de las vacaciones, por qué no una foto con alguien famoso. Foto con una obra de arte, en la puerta de algún lugar. Foto en la calle. Foto en este sector, pasemos al otro. Foto con ese "algo" que no podemos definir pero “esta buena”.

Y en lugar de ser construir y reconstruir el mundo lo volvemos un mero escenario, un fondo para las fotografías de nuestra vida.

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